—(Lotrives) Irán e Israel están en guerra. Israel arrasa impunemente en Gaza. Rusia destruye Ucrania. Donald Trump parece enloquecido, y no menos su espejo, Vladímir Putin. Si eres español, te sorprenderá que Pedro Sánchez sigue atado a su poltrona para desesperación de muchos, aunque parece evidente que tendría que haber presentado la dimisión la semana pasada.
—(Pablo Bilz) Eso me preocupa menos que no llegar a final de mes, quedarme sin trabajo, que mi hija, Nadia, se líe con un mal tipo que se presente como su novio, que el centro de día de Martín, para discapacitados, al que mi amigo Leon Roces califica de «manifiestamente mejorable», siga deteriorándose. Me preocupa, Lotrives, tener miedo a la vida y tener miedo a la muerte, no estar en condiciones de servir y rendir a diario como debo y contraer una enfermedad que me haga pensar constantemente en la eutanasia.
—(Lotrives) Eres un pupas, un cenizo y un exagerado. Pero sí, es verdad. De alguna manera todos padecemos intranquilidades como las tuyas. Según el carácter, la edad y las circunstancias, unos las piensan más y otros las llevan mejor. Y sin embargo, ahí queda el reto de «No estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir» (Mt 6: 25). No sé de dónde se sacaba tales mensajes el Cristo, que era también hombre como nosotros, y con su corazón y sus sentimientos como nosotros. Me resulta admirable esa sentencia suya y más aún la de los pajaritos del cielo y los lirios del campo que se visten mejor que el rey Salomón.
—(Pablo Bilz) Las palabras del Mesías tienen tanto más valor si reflexionas sobre su estilo de vida: era el jefe de un grupo itinerante expuesto a menudo a necesidades de supervivencia.
—(Lotrives) Hoy he dado con el pasaje de un libro que no me he resistido a anotarme en una ficha. La llevo en el bolsillo trasero del pantalón a ver si me la aprendo de memoria. El libro es un comentario al evangelio de san Mateo, escrito por Curtis Mitch y Edward Sri. Te leo el pasaje: «La palabra 'preocupación' [o 'agobio'] se usa cinco veces en esta breve sección [del Sermón de la Montaña]. La preocupación denota una inquietud y ansiedad excesivas que monopolizan la atención del corazón. Jesús dice que no se preocupen ni por su vida ni por su cuerpo, y luego enumera tres áreas específicas de inquietud que representan necesidades básicas: comer, beber y vestirse. Aunque son muy importantes, no son el objetivo final de la vida: "¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido?" (Mt 6: 25). Debemos atender las necesidades básicas, pero centrarnos en lo que es más importante». […]
El trabajo en una economía de mercado libre
El trabajo no es solo esfuerzo físico, intelectual o técnico, es antes una acción humana intencional, una forma que tiene el individuo de alcanzar fines valiosos para él. El trabajo implica un sacrificio que solo se acepta si se espera obtener una compensación suficiente. No trabajamos por inercia, sino porque valoramos más el resultado que el esfuerzo que requiere. No se trata de negar el valor intrínseco del trabajo diligente y la productividad personal, pero sí de rebatir, como hizo Frédéric Bastiat, a quienes defienden trabajos inútiles solo porque «dan empleo». En su sátira de la «Petición de los fabricantes de candelas», mostraba el absurdo de pedir al Estado tapar el sol para dar más trabajo a los candeleros (Frédéric Bastiat, Sophismes économiques, 1845). El objetivo último no es multiplicar trabajos en sí, sino aumentar la producción útil que satisface necesidades.
Según Ludwig von Mises (1881-1973) en su obra La acción humana (Unión Editorial, 2011, publicada originalmente en 1949), «tanto la alegría como el tedio en el trabajo son circunstancias meramente accidentales en relación con los motivos que inducen al hombre a someterse a la fatiga que el trabajo produce. Nadie trabaja por la mera alegría de la tarea. Ni esta alegría puede sustituir la mediata recompensa que del trabajo se espera. La única forma de inducir a un hombre a trabajar más y mejor es incrementar dicha recompensa».